Artículo de Opinión 


La educación pública en el Ecuador en  tiempos de Acreditación


Es clave la comprensión del nuevo paradigma universitario, no solo a la luz de estos cambios sino bajo la comprensión de que el conocimiento es una de las fuentes del poder junto a los medios económicos y coercitivos, son los medios del conocimiento -como lo define Manuel Castells- y, por tanto la construcción de una sociedad ecuatoriana independiente y justa pasa por transformar el sistema educativo.

Siendo la universidad donde se presentan más diáfanas las nuevas tendencias de la “sociedad del conocimiento”. Tras un largo proceso de gestación, el fruto de la concepción mercantil de la vida aplicado al saber es el denominado “Proyecto Bolonia”  es una reforma, o para ser más precisos una contrarreforma universitaria, desarrollada por los ministros de educación de las naciones de la Unión Europea para moldear la estructura, contenidos, estándares y objetivos de las universidades de la metrópoli con dos lineamientos fundamentales: movilidad (con la homologación académica) y empleabilidad de los profesionales formados.

El criterio de excelencia académica desprendido de la idea de eficiencia-eficacia de la empresa. La universidad es considerada una empresa: usa determinados insumos –que implican gastos- recurre a un proceso de transformación y entrega un producto medible y verificable, clasificado por: la cantidad-calidad del producto entregado y el tiempo-recursos invertidos en su producción.

La educación ha sido contagiada por la sociedad: ahora es una mercancía (muy rentable por cierto en varios aspectos) y busca la eficiencia terminal, es decir, mejorar el índice que pretende medir la calidad de la educación por la razón entre los alumnos ingresados y los graduados.

El valor de uso de las mercancías esculpidas por la universidad, siguiendo la ortodoxia neoclásica, lo determina el cliente (las empresas donde, en calidad de factor productivo, ingresan los profesionales), en tanto que el valor de cambio lo fijará la concurrencia.

La piedra angular de la nueva concepción de la educación superior es la calidad. Antes faltaba la cantidad y el libre ingreso a la universidad era una consigna de primordial importancia en las excluyentes realidades latinoamericanas, objetivo al cual se direccionaron las propuestas de cambio en la universidad durante el siglo XX y principalmente por la segunda reforma universitaria en la década de 1970.

Daniela Macías